martes, 31 de mayo de 2011

Reseña "La Artesana" por Edy Valest





LA IMÁGEN ARTESANAL LATINOAMERICANA


La artesanía Latinoamericana  es la evidencia de procesos sociales únicos que a través del tiempo han consolidado la construcción y el desarrollo de diversas identidades nacionales, las cuales  pese a su unidad idiomática y cultural, presentan características particulares, conceptos que diferencian el objeto artesanal de una región a otra.
El principio de lo artesanal en América Latina aparece cuando la escritura no podía datar los hechos humanos y en cambio, la pintura rupestre y los artefactos hechos manualmente plasmaban el principio de lo que hoy se denomina artesanía y que gracias a su pasado ancestral ha forjado la identidad material que conocemos actualmente y me permite citar el periodo prehispánico el cual concibió a tres de las más admirables civilizaciones del mundo Aztecas, Mayas e Incas.
Los países que presentan un desarrollo artesanal con elementos indígenas propiamente dichos, son aquellos que ocuparon territorios de las civilizaciones mencionadas. Hoy día,  México, Perú, Bolivia, Ecuador, Paraguay  y Guatemala, tienen características regionales homogéneas: las políticas gubernamentales incentivan la producción artesanal y el nacionalismo; en promedio, el 40% de la población de estos países es indígena, no son población aislada ni son población que se vea desplazada de su vivienda…son parte de la población que día a día transita espacios urbanos y tiene que trabajar para ganar su sustento diario, lo que explica que la mayoría de industrias en estos países sean manufactureras, a excepción de México que maneja a la par la producción industrial y la artesanal.
Por otro lado, Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Chile y la mayoría de países centroamericanos, también concibieron la presencia de culturas precolombinas en su territorio, solo que en menor parte y por esto no presentaron una resistencia a la colonización española tan fuerte, de hecho, en estos países la artesanía representativa es de índole colonial, con elementos indígenas que se presentan en pequeñas tribus dispersas en distintos puntos del territorio, desorganizadas y que generalmente protestan por defender sus derechos como minoría, lo que no ha permitido que la artesanía sea una preocupación central, ni tampoco sea una actividad económica de entradas significativas. Estos países tienen como actividades económicas notables la extracción de recursos y la prestación de servicios, que en Colombia y Chile intenta imitar el modelo de desarrollo económico mundial, mientras que en Brasil, Cuba y Venezuela tienen principios proteccionistas en distintos niveles lo que les ha permitido mantener y mostrar sus rasgos culturales al mundo, aunque solo el primero tenga una economía suficientemente estable para brindar más auxilio a la comunidad artesana.
A diferencia del primer grupo de países que son conocidos por su estética precolombina, y que hoy  día la mantienen como centro simbólico, estos últimos la han vinculado más íntimamente a los hechos posteriores que configuran la historia de su pueblo, a la posición de sus habitantes frente a cambios político-sociales ocurridos en diferentes épocas posteriores a la colonia. Por ejemplo, la artesanía lleva alrededor del mundo la cultura cafetera colombiana, que de trasfondo nos lleva al contexto de la colonización antioqueña y la problemática del campesinado, que hoy se ha convertido en el ícono de Juan Valdez. Mientras que Cuba tiene la imagen que simboliza los principios políticos y sociales del país, Ernesto Che Guevara, que ha sido difundida entre artesanos de otros países de Latinoamérica, utilizada en productos manuales como manillas, collares, ponchos, etc. Lamentablemente si el elemento artesanal no lleva textualmente a uno de estos personajes el objeto artesanal no va a traducir de forma sencilla su procedencia.
Brasil, Venezuela y Cuba, con su diferencia idiomática, política y geográfica apuntan a plasmar en su artesanía motivos del mestizaje cultural, llena  de diversos elementos indígenas, españoles y afrodescendientes, lo cual es un atractivo turístico de gran importancia.
En tercera instancia aparecen Puerto Rico, Argentina, y Uruguay,  países que tienen temas totalmente coloniales o de influencias hispanas, lo que es reconocible por su proceso de conquista, en el que prácticamente no existían comunidades precolombinas y si existían, eran un número tan reducido que fueron exterminadas casi en su totalidad; los descendientes de esta mínima cantidad de nativos se encuentran en las fronteras con otros países. Argentina y Uruguay han creado en su corta historia temas nacionales que identifican perfectamente su cultura. Este interesante hecho se debe a que son países en donde solo existió influencia europea, su historia y sus antepasados son relativamente cortos y en cambio, han lidiado con la crisis política de toda Latinoamérica. Aunque les juzguen de “europeizados”, han hallado maneras de expresar su individualidad como nación y materializarla a través de objetos típicos y figuras nacionales como el gaucho.
Puerto Rico en cambio, por ser un estado libre asociado de Estados Unidos, no ha consolidado una figura nacional representativa, su producto artesanal, de por sí poco descriptivo de su cultura, toma la única función de souvenir, que recorta significado a lo artesanal y crea objetos con una imagen confusa que no definen su procedencia.
El anterior problema se está convirtiendo en un síndrome contagioso para toda Latinoamérica, en mayor o menor de unos países a otros, pero finalmente está ahí, como el vago juicio de tantos extranjeros afirmando que un souvenir de Bolivia es igual a uno de Venezuela, tal como los estadounidenses juzgan a Colombia en la película Sr. And Mrs. Smith, en la que Bogotá D.C. es una selva llena de terroristas, pero en realidad lo desconcertante y lo que viene al caso, es que el contexto cultural al que hacen referencia no es siquiera colombiano sino mexicano.
Es cierto que los extranjeros, cuando  juzgan o pretenden hablar de países que no conocen deben documentarse lo suficiente, pero hay una culpa implícita que corresponde al discurso de la identidad cultural y es responsabilidad del punto de procedencia del objeto. No es gratuito el hecho de que le des un chullo (gorro típico peruano) a un alemán y te dé las gracias por haberle dado un gorro típico chileno o suramericano. Los dos casos dan a entender que la imagen de la artesanía latinoamericana se generaliza y pierde sus rasgos propios. Si se considera que la producción artesanal no es viable para la economía y que debemos seguir la corriente mundial de extracción masiva de recursos, consumismo e industrialización, por qué seguimos siendo países en vía de desarrollo.
 Nos enfrentamos a un proceso de occidentalización mal enfocado y que no atiende las necesidades de desarrollo y producción de cada nación, mucho menos a los modos de vida, las tradiciones espirituales, materiales y en general a todas las características distintivas de una sociedad que permiten crear conciencia de lo es y por ende, también una conciencia de la expresión artesanal, la cual exponga un significado que  trascienda y aporte cimientos para continuar la construcción de la identidad.
Por fortuna me he encontrado con los curiosos casos de México y Brasil, que aunque he mencionado anteriormente debo retomar por su comportamiento frente  a la problemática de identidad cultural, en la que al parecer no solo han entendido los hechos expuestos anteriormente sino que han tomado cartas en el asunto. Aunque hayan sufrido procesos de aculturación drásticos  y se estén enfrentando a políticas de expansión, librecambio y globalización, mantienen una estética flexible pero única. Flexible porque mientras el uno el uno es conocido por objetos precolombinos y el otro por objetos que enmarcan un periodo colonial de mestizaje, los dos se mantienen hoy esto que ha caracterizado su artesanía siempre a la par de una actitud novedosa que no se fundamenta en lo que siempre han sido, sino en lo que son ahora, en el mundo moderno. Pero este nuevo principio quiere seguir siendo artesanal, quiere conservar los valores estéticos y afectivos que giran alrededor de algo manufacturado. El trabajo manual no limita a la artesanía a tener únicamente temas tradicionales, sino que estos países, que han discutido constantemente de su identidad nacional y han llegado a resolver que no solo son la imagen del pasado sino que también tienen una nueva forma de mostrar su cultura actual, sin dejarse llevar por la homogenización mundial ni caer el cliché de artesanías precolombinas que todo el mundo ya conoce.
Generalmente es difícil creer que esta amalgama cultural pueda convivir y desarrollarse sin que una sea el freno de la otra, aún más complejo resulta imaginarse un país multifacético que intenta mejorar su producción industrial al igual que la artesanal. Pero entonces, como es posible apreciar este fenómeno, como es que se crea una imagen de lo brasilero y de lo mexicano, diferenciada de manera tan perceptible del resto de Latinoamérica. Lo único que puedo decir es que se relaciona directamente  con la manera en que su gente adopta este mosaico cultural, la manera de hacerlo suyo, como parte de sus valores éticos y enorgullecerse del mismo, de forma resistente e indiferente a lo que los líderes políticos decidan. A la final el pueblo mismo es el forja su estructura, cultural, social o política.
Estos últimos países son los más destacados como ya mencione, sin embargo, toda América Latina tiene reconocimiento mundial en al ámbito cultural, posiblemente gracias a lo que estoy discutiendo, pero lo importante es utilizar esa oportunidad de renombre artesanal que ya está abierta. La producción de las empresas microfactureras es bien comercializada en otros continentes, en especial en Europa y la inversión extranjera no solo apoya la producción para importaciones, también para investigaciones que convergen en el tema. Los estrechos vínculos culturales y comerciales de toda la región deberían generar una motivación de la que resulte una identidad más clara, definida, con sentido, que manifieste más respeto, afecto y apoyo de los gobiernos o por lo menos de la población. Pero para lograr esto, en principio, se debe acudir al compromiso de cada individuo capaz de engendrar avances que vislumbren mejoras en las condiciones de vida y la estructura política de Latinoamérica.







Edy C. Valest Torres.
Estudiante de Diseño Industrial
Universidad Nacional de Colombia
2011


No hay comentarios:

Publicar un comentario